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Se enfiestan vivos y muertos entre flores y canciones

Eduardo Jara

Eduardo Jara

03 de Noviembre 2017
Familiares visitan y recuerdan a sus difuntos

Por: David González

 

Entre olores de flores de cempasúchil, claveles y rosas, que se mezclan con la verbena de una fiesta mexicana donde fluye la sazón de los antojitos mexicanos, se extienden los puestos tan lejos como la fila de automóviles que intentan ingresar en el camposanto para rendir un tributo en el día en que los vivos celebran a los muertos.

Ahí, luego de atravesar el tráfico con peripecias, las familias a pie y el zigzag que forman los vendedores ambulantes al entrar al Panteón Santo Cristo, en Saltillo, la escena se transforma en un ambiente de paz y fiesta que se mezcla con el vaivén de las escobas, que barren las lápidas de las tumbas, las risas de la familia, que recuerdan a su ser querido y la música que rompe la solemnidad al son de la banda.

“Esta es la fiesta de los que ya no están, de los que se fueron, los que vuelven al polvo y viven en los recuerdos y en la memoria de los que nos quedamos”, comentó Sofía, mientras limpiaba con un cepillo de ixtle y mucho jabón la lápida blanca de su madre, quien falleció hace cinco años.

Pidió a los cinco miembros de su familia dejar todo reluciente para desplegar las mesas portables, las sillas y poner los manteles para pasar todo el día al lado de la tumba de la matriarca de la familia Domínguez.

El Panteón del Santo Cristo es propiedad de un exgobernador de Coahuila que vio que el negocio estaba en los muertos.

Es en este camposanto, donde se puede apreciar que en el más allá también hay clases sociales, pues tan sólo en la entrada se pueden observar sólidos mausoleos, santuarios que parecen miniiglesias y lápidas de mármol negro que resguardan las tumbas de aquellos que gozaron de una “pudiente” vida.

De ahí, justo atrás de la capilla central del panteón, están las tumbas de “segundo nivel”, donde yacen los restos de la clase media, según los ornamentos de las tumbas con sobrios bustos de los santos, arcángeles y crucifijos de cantera.

Las laterales del panteón se extienden en los niveles tres, cuatro y cinco, donde entre más alejado te manden, más baratos son los terrenos funerarios y donde se empiezan a distinguir lápidas más modestas.

Pero no se acaba ahí, sino que hay hasta el nivel siete y dos secciones más que preparan en el terreno donde están enterrados la mayoría de los saltillenses que han muerto.

Cántenme cuando muera

Por 50 y 100 pesos la pieza, tríos, cuartetos y hasta bandas de músicos deambulan por los corredores del panteón, ofreciendo a los deudos canciones que les lleguen al alma y puedan alegrar el momento.

Con globos de colores y uno muy especial en forma de pelota de béisbol, una familia decidió usar este día para celebrar el cumpleaños número 13 de Lalito, quien murió a tierna edad.

Peligro, tumbas abiertas

Aún en un ambiente de festejo, las familias tenían que cuidar a sus hijos pequeños, o la abuela que apenas podía andar, porque en cada pasillo había por lo menos dos tumbas abiertas, y otras más cuya losa de concreto cedió por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.

Ninguna autoridad de Protección Civil obligó a los administradores a colocar la cinta amarilla, como lo marca la ley, para delimitar y evitar el paso por espacios de riesgo. Tampoco hubo letreros de precios en las florerías como había prometido la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), sino que cada quien daba a su gusto.

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