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México olía a muerte; dice rescatista saltillense

Especial | Francisco recuerda con emoción el día que participó en el rescate de un recién nacido.

Especial | Francisco recuerda con emoción el día que participó en el rescate de un recién nacido.

19 de Septiembre 2017
Bombero relata la dantesca escena que dejó el sismo del 85

Por Miroslava Zapata

Un bombero saltillense narra los momentos de pánico, solidaridad, dolor y tristeza que vivió durante 15 días durante su participación como rescatista en el terremoto del 19 de septiembre de 1985.

Juan Francisco Hernández Cázares, ahora es subdirector de Protección Civil de Saltillo, y relató a CAPITALMEDIA su experiencia como rescatista en el terremoto que sacudió a la Ciudad de México hace 32 años.

“A mí me dice en aquel entonces nuestro jefe de Protección Civil, el doctor Uribe, tienes que trasladarte con otros cinco de tus compañeros a México, necesitan ayuda y les dijimos que la íbamos a enviar”.
La noche del viernes 20 de septiembre llegó el tren que los llevaría, viajaron toda la noche y fue la mañana del sábado 21 que llegaron a prestar auxilio.

“Nos tocó la unidad habitacional de Tlatelolco, donde se concentraba la zona más devastada y lo primero que vimos mis compañeros y yo fue que no eran rescatistas, no eran bomberos, sino ciudadanos los que se metían entre los escombros para salvar vidas, mujeres cargando pesadas piedras o escombro, no sabían de rescate la mayoría, pero aún así se organizaron y con esfuerzos salvaban vidas”.

Inician las preguntas y en la primera de ellas, la voz de Juan Francisco Hernández Cázares se corta y pide unos segundos para comenzar a narrar.

“El primer día que llegué, una de las personas que me coordinaba me pidió que llevara a un nosocomio a una señora como de 60 años, pues estaba en shock, minutos antes había identificado el cuerpo de su hijo”.
“La llevé al nosocomio, traía la presión muy alta, y la dejé con el doctor, después caminé por los pasillos para regresar a la zona devastada, pero de nuevo, unos gritos me hicieron detenerme en uno de los cuartos. Un joven abrazaba fuertemente a su madre y sólo le decía que pensó que la tierra se lo tragaría”.

El joven, señala el rescatista, ese día perdió sus dos piernas entonces él se acercó al herido y le contó que minutos antes había dejado a una anciana que había perdido a su hijo en el siniestro.

“Ahora ella lo quisiera vivo, aunque fuera sin sus piernas, sus manos, como fuera, pero con vida para poder abrazarlo”, le dijo Francisco al joven.

Tras esa experiencia, Francisco regresó a la unidad habitacional Tlatelolco para seguir con sus labores de rescate, en aquel México que se encontraba arrodillado ante la fuerza de la naturaleza.

Al cuarto día de rescate, el ahora subdirector de Protección Civil tuvo a su lado al cantante Placido Domingo, quien como cualquier otro ciudadano buscaba a sus familiares entre los escombros del edificio Nuevo León, pero desafortunadamente sus padres fueron encontrados sin vida.

“Recuerdo que vi a Placido Domingo quitar escombros y recibiendo instrucciones de la manera más humilde, ahí todos eran iguales, la verdad me quedo con un México, en el que su gente sin saber tomar la pala y el hacha hizo todo por salvar vidas, cuerpos, retirar escombros”.

“Como al sexto día, suizos e israelitas que vinieron a apoyar, trabajaron en coordinación con los mexicanos, de hecho, yo estuve con ellos cuando rescataron a un bebé, quien milagrosamente seguía vivo, sólo con un poco de deshidratación”.

Para Francisco ser testigo de esta experiencia le marcó la vida, pues asegura que en ese momento fue cuando supo que, contra los designios de Dios, nadie puede.

Una noche después, recuerda que se encontraba en un camión de bomberos, y de pronto sintió cómo comenzó a moverse la pesada unidad, a causa de las réplicas del sismo.

“La verdad en ese momento no temí por mi vida, estaba en una zona devastada, ya no había nada que pudiera derrumbarse”.

Para Francisco siempre serán inolvidables los recorridos que hizo en la Ciudad de México para llevar despensa, trasladar lesionados o bien, salvar vidas y rescatar cuerpos que se encontraban atrapados entre escombros.

“México olió a muerte, dolor y tristeza”, es el recuerdo que, mientras viva, no escapará a la memoria de Hernández Cázares.

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