La historia de “Annie”: “me gusta ser prostituta”

“Annie, la Niña del Moño Rojo”, quien abandonó desde pequeña la casa familiar ante el desprecio de sus padres, cuenta a través de los psicólogos de la Unidad Especializada de la Policía en Atención a la Violencia (Unepavif), lo que le ha representado convertirse a tan pequeña edad en sexoservidora; un oficio que dice, le gusta.

CAPITAL COAHUILA tuvo acceso a las tarjetas de información enviadas a la Procuraduría de los Niños, las Niñas y la Familia (Pronnif) sobre este caso de prostitución infantil que ha generado indignación en la sociedad saltillense.

“Annie” fue asegurada el martes pasado en la madrugada por la policía municipal, que dialogó con ella antes de entregarla a la Pronnif.

Cuando menos en tres ocasiones anteriores la menor fue sido detenida por elementos de la policía municipal por andar bajo los efectos de sustancias tóxicas. En esa ocasión confesó ser adicta al cristal, y no porque lo pueda comprar, sino porque quien la prostituye le proporciona droga “para que pueda trabajar con ganas”.

Comentó que quien la “maneja” cobra por ella mil 500 pesos, y que que a sus clientes les toca pagar el hotel. Agregó que la contactan por medio de llamadas telefónicas y que el punto de reunión es justamente la plaza Manuel Acuña.

SU FAMILIA LA RECHAZA

Relata que desde muy pequeña agarró la calle. Señala que su madre y su padre no la quieren y que hace tiempo una de sus tías le dio asilo, pero que pronto se cansó y abandonó la casa.

“Ya tengo tiempo, y me gusta”, asegura refiriéndose a la prostitución. “El problema es que de lo que pagan yo no me quedo con nada”.

La autoridad ministerial cree saber ya quién la prostituye y que puede ser, si no el líder, un miembro importante de una red de trata de personas que opera en el centro de Saltillo y en otros puntos del oriente y poniente de la ciudad.

En las ocasiones en que “Annie” fue detenida por la corporación municipal, ella llegaba acompañada de otras menores que al parecer también se dedican a vender su cuerpo. Son parte de los contactos, porque entre todas puede que sumen 16.

Annie está ahora en la Pronnif, pero la investigación sigue. Sus revelaciones, con nombres y direcciones, son importantes para desmembrar esa red que se dedica a prostituir a adolescentes.

Como la de “Annie” hay más historias de niñas que quisieran estar en otro lugar, pero las circunstancias primero y las personas después, las han obligado a dedicarse al oficio más viejo del mundo.

DGM/OPB