La Guayulera: historia y resistencia

LESLIE DELGADO
A lo largo del tiempo, el barrio de “La Guayulera”, ubicado al poniente de Saltillo, fue señalado solo por sus problemas sociales y su fama de ser una zona peligrosa plagada de pandillas y estigmas negativos. Sin embargo, detrás de esos prejuicios, se encuentra una comunidad con una historia profunda de lucha, trabajo y transformación que pocas veces se cuenta.
Así lo revela el maestro Luis Galindo, uno de los fundadores de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAdeC y experto en la historia local, quien ha dedicado años a documentar el origen y desarrollo de esta colonia emblemática. Nacido en La Guayulera en 1945, él conoce de primera mano cómo este barrio supo reinventarse.
“La Guayulera no es solo una colonia marcada por la pobreza o la delincuencia; es un lugar que nació gracias a un puente, dos calles, una fábrica y una cruz”, explicó en entrevista para Grupo Región.
Este trabajo de recuperación histórica fue plasmado en un libro que el maestro preparó con documentos inéditos, fotografías y testimonios de vecinos, buscando que la historia de La Guayulera sea conocida, respetada y valorada por las nuevas generaciones.
“En el origen de La Guayulera hay dos hombres ricos del pueblo: Crescencio Rodríguez González y Guillermo Purcell. Los dos pusieron su mira en el poniente de Saltillo para hacerlo un polo de desarrollo”, explicó.
El puente que unió a una comunidad
En sus palabras, el Puente Negro conecta el barrio con la ciudad y simboliza la unión entre la gente que trabajó en la antigua fábrica de guayule, una planta dedicada al caucho que fue base económica para muchas familias que habitaron esta zona.
“El Puente Negro fue construido en 1897 y se calcula que las casas se hicieron en 1900. En 1903 fueron habitadas por los primeros trabajadores de la fábrica; luego cerró en 1920 y en 1943 la reabrieron los americanos, porque el guayule servía para fabricar productos de hule, como llantas para aviones, durante la Primera y Segunda Guerra Mundial”, relató.
Además, subrayó que este barrio fue escenario del primer movimiento obrero importante en Saltillo, cuando los trabajadores de la fábrica lucharon por mejores salarios y condiciones laborales.
Un barrio con tradiciones y resistencia
Asimismo, señaló que la historia de La Guayulera está llena de imágenes entrañables como las casitas pequeñas ubicadas sobre las laterales del Puente Negro donde vivían los trabajadores dedicados a las vías ferroviarias, las ladrilleras que continúan impulsando la economía local y la tradición de la Danza de la Cruz, una celebración católica que aún se recuerda con cariño.
No obstante, subrayó que, aunque la colonia enfrentó muchas adversidades, su gente supo reinventarse, trabajando en diferentes industrias, integrándose poco a poco al crecimiento urbano de Saltillo. Más allá del estigma, la comunidad de La Guayulera también ha sido cuna de maestros, deportistas, artistas y líderes sociales que han aportado al desarrollo de la ciudad.
La Guayulera es así un ejemplo claro de resistencia, donde sus habitantes han transformado la adversidad en fuerza y trabajo, borrando poco a poco los viejos prejuicios y mostrando el orgullo de pertenecer a un barrio que no solo es parte de la historia de Saltillo, sino que también mira hacia el futuro con esperanza.