Imagino a Isidro el sábado 23 de julio en la noche, en la víspera de la carrera conmemorativa del 439 aniversario de la fundación de Saltillo. Disfruta de una cena normal a pesar de que va a participar en la competencia, aunque no sé si en la 5 ó en la 10K.
Se recoge temprano pues la justa inicia a las 08:00 horas y tiene que estar bien despierto y descansado. No creo que el edil aspire a algún premio económico pues dudo que esté habituado a las carreras de resistencia, pero lo importante es participar.
Después de un almuerzo ligero se dirige acompañado por su esposa Lourdes Naranjo y un nutrido séquito de colaboradores al lugar del evento, frente a la Presidencia Municipal.
Enfundado en el uniforme conmemorativo y no sin antes realizar algunos ejercicios de respiración y calentamiento, López Villarreal se posiciona en la línea de salida para esperar el banderazo.
El grueso contingente se mueve encabezado por el alcalde, quien lidera por algunos metros la carrera, pero minutos después otros competidores, como es natural, empiezan a acelerar y a tomar mejores posiciones.
Para sorpresa de todos los que seguían de cerca al jefe de la comuna, al llegar al bulevar Venustiano Carranza el funcionario un poco agitado toma un atajo y alegremente (al más puro estilo Roberto Madrazo) aborda una camioneta al parecer colocada expresamente para lo que pareció ser una bien planeada escapada. Y se esfumó.
Una reportera cuestionó momentos después a la esposa del edil Lourdes Naranjo sobre la sorpresiva acción, y respondió: “Se me escapó, tenía un compromiso y se fue…, pero sí corrió tantito”.
Sobre si López Villarreal estaría en la premiación, dijo: “No va a estar, pero ahí estaré yo con los saltillenses que hoy festejan el aniversario de la ciudad o que caminaron como yo”.
En lo que duró el evento ya no se supo nada del alcalde, que como en otras ocasiones, otra vez volvió a brillar, pero por su ausencia…, o más bien por su escapada.
SIG