Grafiti en Saltillo: entre el arte y el vandalismo

Zarza Aguilera

En muros, bardas, puentes y hasta parabuses… el grafiti ha tomado espacios en casi todos los rincones de Saltillo. Para algunos es solo vandalismo que daña la imagen urbana; para otros, es una voz joven, una forma de protesta, identidad o incluso arte que merece un lugar en el espacio público. ¿Dónde está el límite entre la expresión y el daño?

En las últimas semanas, colonias del norte y zonas del centro histórico han registrado un aumento visible de pintas, lo que ha generado opiniones divididas. Para unos, se trata de actos que deterioran fachadas y espacios comunes; para otros, el grafiti también puede ser una forma legítima de expresión, incluso cuando incomoda .

Yury Ruiz Velasco, quien vive en el centro histórico, cree que el fondo importa más que la forma:

“Como arte, yo pienso que el grafiti es una forma de expresión, y no daña a terceros. Obviamente cuando ya afecta o ofende, es cuando cae en el vandalismo. Cada quien tiene su perspectiva: unas letras pueden parecer vandalismo para algunos, y para otros, pueden ser arte. Mientras no dañe ni ofenda, puede considerarse arte”.

Desde el punto de vista legal, el grafiti no autorizado se clasifica como daño en propiedad ajena, pero la regulación no siempre es clara, sobre todo cuando se trata de muros públicos, abandonados o sin vigilancia.

Para ofrecer una alternativa, en marzo pasado el alcalde Javier Díaz lanzó el programa “La Ruta Más Creativa”, que busca brindar espacios legales e itinerantes para artistas urbanos locales. El proyecto arrancó en la Plaza Nueva Tlaxcala y busca transformar el paisaje con color, mensaje y arte.

En paralelo, la Dirección de Servicios Públicos del ayuntamiento de Saltillo, a través de sus cuadrillas de embellecimiento, trabaja de forma permanente para eliminar grafitis no autorizados en distintos sectores de la ciudad, como parte de las acciones para preservar la imagen urbana.

Mientras algunos pintan para denunciar, otros limpian para conservar. Entre quienes rechazan y quienes aplauden, la ciudad se convierte en un lienzo donde el debate sigue vivo: ¿el grafiti es arte incomprendido, rebeldía o una forma de decir lo que no cabe en ningún otro lugar?