Saltillo, Coahuila / 2 Noviembre 2018
Por: David González
El miedo, la falta de un sistema de recolección de datos y la presunta indiferencia de las autoridades llevaron a tener en Coahuila una cifra de cadáveres no identificados (NN) que tan sólo en un año pasó de 540 a 825 restos, que ahora permanecen en el olvido en las llamadas fosas comunes.
Así lo denunció la vocera del grupo de búsqueda Vidas por sus Derechos en Acción (VIDA) Silvia Ortiz, quien dijo que esta cifra comprende desde hace dos sexenios atrás a la fecha.
La activista explicó que al momento de fallecer una persona en la entidad, el familiar iba y preguntaba a las morgues y si no daba señales fiables de su ser desaparecido, simplemente el forense las marcaba como “NN” y terminaba donde quedan los olvidados: la fosa común.
Otro factor que nutrió las fosas comunes en Coahuila, fue el miedo, considera la activista ya que durante el período más álgido de la violencia, del 2009 al 2013, quien reclamaba un cuerpo podría ser víctima de un atentado.
Incluso, hubo ocasiones en que se desataban balaceras en los funerales, por ello, muchos familiares se desatendieron del cadáver que terminaba inhumado junto a otros.
La tercera razón por la cual aseguró que se incrementó el número de restos en fosas comunes, es que no se recolectaban muestras de ADN, no había registros de fotos o huellas que permitieran en un futuro y a través de una base de datos, tener el registro de quien fue enterrado sin identidad.
Silvia Ortiz declaró que oficialmente se mantiene la cifra de 540 restos en fosas comunes, pero que son 825, de acuerdo con cifras que le ha proporcionado la Fiscalía. La mayoría de los cadáveres están en fosas comunes en los panteones 1 y 2 de Torreón.
“El estudio y clasificación de los restos empezó desde el 2006 a la fecha y todavía no se tiene una certeza real de los que dicen que son, ya que empezó con 300, de 400 pasó a 500 y ya van a presentar estos más de 800”, lamentó.
La integrante del colectivo VIDA quien busca a su hija desde hace casi 14 años, mencionó que para quien no encuentra a un familiar, la incertidumbre, dolor y angustia crece a medida que avanza la investigación. Pero luego viene la decepción con las autoridades al enterarse que el cadáver fue enviado a la fosa común.
Explicó que apenas en los últimos años se decretó la ley forense donde quedó finalmente establecido que el hallazgo de un cuerpo, osamenta o restos óseos debe ser notificado a los colectivos de búsqueda de desaparecidos, tomar evidencias como fotografías, ADN y demás.
Sin embargo reprobó que esta ley sigue siendo letra muerta porque a la fecha, continúa la batalla para que se cumpla como debe ser.
Por otra parte, para Alberto Alvarado Martínez administrador del panteón Santiago, las fosas comunes principalmente en Saltillo son cosas del pasado donde incluso en este segundo panteón más antiguo que data de hace cien años, no se tiene ya esta área de los ‘sin nombre’.
Recordó que había una sección instalada en el área norte que le llamaban osario donde se tenían restos óseos de personas que nunca fueron identificadas en décadas atrás y que con el tiempo desapareció.