Estefanía Escobar: el arte del barro en Saltillo
Zarza Aguilera
La historia de Estefanía Escobar es una mezcla de raíces, migración, búsqueda personal y sensibilidad. Nacida en Chiapas y criada en Saltillo desde el año de vida, su conexión con el norte surgió de una curiosidad genuina. Esa inquietud la llevó, hace cinco años, a dedicarse de lleno al arte del barro: “Tengo ya cinco años dedicándome a la alfarería, al barro de aquí de Saltillo”, cuenta con orgullo.
La primera chispa nació al observar un material siempre presente: “Veía en los ladrillos trabajar con el barro y un día dije: ¿por qué no se podrá hacer escultura o piezas utilitarias a partir de la tierra que tenemos aquí?”. Esa pregunta abrió un camino lleno de intentos fallidos, pero también de descubrimientos íntimos. “Esto se trata mucho del desapego, de aceptar el error y el fracaso, porque no todo te sale. Casi nada me salía al principio”, confiesa.
Con el tiempo, el barro saltillense se convirtió en su maestro. Paciencia, técnica y entendimiento moldearon sus piezas y su carácter. “Se me ha hecho muy interesante trabajar con la tierra aquí. Aunque no soy originaria, soy más de Saltillo que mucha gente”, dice entre risas, consciente de que el arraigo también se crea.
Hoy, a sus 31 años, Estefanía vive de lo que ama. Su taller produce piezas utilitarias —vasos, tazas, platos, incensarios— que son las favoritas de sus clientes. Su formación como diseñadora gráfica le aporta una mirada estética distinta. “Con el tiempo me ha ido bien. Como todo, es practicar y esforzarse, y hasta el momento me da… puedo sobrevivir”, comenta.
Además de crear, enseña. Impartir talleres le abrió vínculos nuevos y le permitió construir comunidad. “Me ha traído conocimiento, amistades y conexiones nuevas. Tengo rato dedicándome más a impartir talleres, y eso me ha ayudado en el trato con la gente, a repartir el oficio”, comparte.
Para ella, este camino también deja un mensaje para quienes sueñan con dedicarse a su pasión: “Que hagan lo que les gusta. Sé que no es fácil, pero no es imposible dedicarse a un oficio. Siempre es bueno tener tu carrera, pero también una pasión extra. No está mal arriesgar”.
Quienes deseen conocer su trabajo pueden visitarla en calle Morelos 137, en el espacio conocido como Quesadillas, “una casa rosa, al fondo a la izquierda”. En redes está como @somosyo y @fannydebarro, donde comparte talleres, piezas y parte de su proceso creativo, ese que convierte la tierra en historia y las manos en memoria.
