Por: Miroslava Zapata
Al llegar a Houston todo era incertidumbre y miedo, pues los agresivos vientos no dejaban de hacer de las suyas, soplaban fuertemente tanto que, de soltar el volante del vehículo que conducía, César y su compañero hubieran volcado al salirse de la carretera.
Esta es sólo una de las experiencias que César Arturo Salazar Mireles y Juan Porfirio López Barbosa, bomberos de Saltillo, vivieron al llegar a Texas para salvar las vidas de muchas personas que pasaban momentos de pánico al atestiguar cómo su ciudad se arrodillaba ante las inclemencias de la naturaleza.
Todavía no llegaban a la ciudad y las escenas que captaban sus ojos eran indescriptibles, las casas estaban destruidas, los postes de luz tirados sobre el suelo, de igual forma las palmeras, no había nada que preguntar, las imágenes hablaban por sí solas.
Llegaron a la estación de bomberos y de inmediato sus colegas les dieron las gracias por su arribo: “No hay nada que agradecer, estamos aquí. ¿En qué podemos ayudar”, respondieron los saltillenses y ahí comenzaron con sus labores.
Primero fue la búsqueda de personas desaparecidas, encontraron a una menor de nueve años que se escondía entre unas ramas, en la espera de sus padres. Después ayudaron a una persona de la tercera edad a trasladarse a un albergue, para luego entregarle despensa y llevarla con su familia.
Tras 12 horas de trabajar en labores de ayuda, César y Porfirio fueron al comedor para compartir alimento con sus colegas. “Ellos comenzaron a platicar que también habían perdido su casa, pero seguían en la lucha, en realizar todo para seguir salvando vidas, eso hizo que a mi compañero y a mí se nos erizara la piel”.
Tras saber lo anterior los bomberos saltillenses se motivaron más y fue así como continuaron entregando todo para salvar vidas, llevar despensas y palabras de aliento a las personas a quienes abrazaban tras verlas llorar de gran dolor, pues con lágrimas veían cómo su patrimonio estaba perdido.
César y Porfirio recuerdan que en esos ocho días en los que estuvieron prestando auxilio hubo momentos en los que temieron por su vida, pues cuando llegaron a la ciudad los vientos eran muy agresivos.
Recuerdan el momento en el que tuvieron que partir, una mujer bombero ya retirada les obsequió sus cascos, pero ellos no los aceptaron por el valor que tiene esta pieza del equipo de un apagafuegos.