La sombra del PRD
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
En la narrativa débil de Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, las justificaciones abundan y los eufemismos se vuelven su elemento indispensable para evitar la responsabilidad de admitir que encabeza una dirigencia frágil y disfuncional.
La debilidad de Zambrano quedó exhibida desde el momento en que los dirigentes de la Alianza va por México, le dejaron un papel de mínimo acompañante, y partido satélite del PRI y PAN, ahí comenzó a provocar un escozor, al interior de las filas perredistas, con tintes de un desprendimiento en busca de una tercera solución y no quedar en papel de “extras” rumbo a 2024.
En sus más de tres décadas de existencia, es la primera vez que al partido negroamarela lo tildan de nimio. Esto debido a la disfuncional dirigencia encabezada por Jesús Zambrano. Sin un liderazgo sólido ni con activos políticos suficientes para negociar, el perredista se lanzó con tibieza —en ese momento— contra las decisiones del panista Marko Cortés y el priista Alejandro Moreno Cárdenas de evitar que ellos mantengan el control de las candidaturas para 2024.
En aquella situación, al cierre de la reunión plenaria del PRD, Jesús Zambrano señaló que la candidatura a la Presidencia de la República para el 2024 debe ser decidida por un consenso político y social que decida la ciudadanía.
Ahora, sin aspirantes a la presidencia emanados del PRD, debido a la exclusión de Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles, el dirigente nacional perredista Zambrano comienza a dar tumbos en sus declaraciones y acompaña el eufemismo con la retórica. Según él, al “PRD no se le debe medir por su tamaño en números, ya que dentro del frente es el que le da pluralidad al frente que se requiere para convocar sectores amplios”.
Desde su llegada a la dirigencia, ya no es el partido de la movilización social ni simpatizante de grupos de académicos, intelectuales que, en algún momento, se sumaban a las causas abanderadas. Ahora, la única causa es la de la sobrevivencia del perredismo y de los integrantes de Nueva Izquierda. Ese es el objetivo de Zambrano. La pérdida de 15 registros del partido, principalmente en estados del norte del país no le dan margen de maniobra o negociación, al contrario, le restan fuerza para una negociación sólida.
Sin embargo, Zambrano se escuda en movimientos distractores y no admite las derrotas electorales y lo diminuto que es el partido. No rompe la alianza, pero solo comienza a mover la estructura burocrática de Nueva Izquierda con miras a cachar votos de manera indirecta.
La dirigencia nacional no pudo cambiarle la imagen al PRD. Ni se modernizó ni adoptó nuevas formas de hacer política. Los resultados son desastrosos y están exhibidos para una dirigencia que se encuentra en los huesos.
El punto crucial es que, en sus 34 años de existencia, el PRD no pudo llegar a la Presidencia de la República y en el contexto actual tampoco se cumplirá. La historia juzgará a Zambrano. Ahora, en un momento en el que se necesita una fuerza progresista con poder, pero el PRD es una simple sombra.