“Cruz de madera”, “Descansa, campeón”, “Qué falta me hace mi padre” y “El puño de tierra”, son algunas de las canciones que suenan al ritmo de tambora y tubas en los panteones de Coahuila.
Y es que las personas no quieren ponerse tristes, prefieren inyectarle alegría al 2 de noviembre, y celebrar, como en vida, a los fieles difuntos.
Desde temprana hora, los camposantos comienzan a abarrotarse, familiares llegan a ver a sus seres queridos, que aunque estén bajo tierra, siguen presenten y buscan pasar un rato junto a ellos.
En cada parte de los panteones, no falta el sonido de la música, unos con bocinas, otros con guitarras y tamboras.
Las tumbas se convierten en la sede de un gran festejo, donde los familiares disfrutan, aunque sea por un momento, la compañía de quien ya no está con ellos físicamente, pero sí en espíritu.
Otros prefieren aprovechar el tiempo, y limpiar la última morada de sus fieles difuntos.
Y en casa, los altares Sinónimo de unidad, amor y tradición, las familias saltillenses recuerdan a sus seres queridos que partieron “al más allá” a través de altares, en los que colocan, frutos, comida y hasta bebidas alcohólicas que en vida, el difunto disfrutaba.
También aquí la música suena, y es que a decir de Lorena, una madre de familia quien colocó un altar para su abuela, la alegría es la mejor forma de recordar “a los que ya se fueron”, aunque lamentó que la comunidad ya no conserve esta tradición y que prefiere festejar otras cosas de otros países, que el Día de Muertos.
“Es importante conservar las tradiciones, que no se pierdan y que al contrario, hagan que crezca día con día y perdure por generaciones”, comentó.
Autoridades vigilarán los panteones, donde habrá una afluencia de 30 mil personas.