Controversia en Iglesia de Fátima por remodelación

MIGUEL VILLARELLO
La parroquia de Nuestra Señora de Fátima, ubicada al norte de Saltillo, se ha convertido en el centro de un conflicto que ha polarizado a la comunidad católica. El desacuerdo surge a raíz de las recientes remodelaciones emprendidas por el párroco Jesús Eduardo Neri Frías, quien desde su llegada hace seis meses, inició labores de mantenimiento y renovación del templo. Lo que parecía un acto de mejora ha desatado una fuerte controversia, enfrentando a feligreses y autoridades eclesiásticas.
Cuando el padre Jesús Eduardo Neri Frías asumió la parroquia, encontró un templo visiblemente deteriorado y decidió emprender trabajos de rehabilitación en áreas como oficinas, salón de reuniones, mausoleo y el interior del recinto. Las paredes del templo fueron pintadas con pintura de aceite en color gris, incluyendo los muros de madera, decisión que ha sido motivo de críticas.
En una homilía, el párroco aseguró que los recursos empleados provinieron de su propio presupuesto, pues no recibió apoyo financiero del patronato de la iglesia. Sin embargo, esta declaración generó inquietud entre los feligreses, quienes cuestionaron el origen de los fondos y la falta de consulta previa sobre los cambios estructurales.
Más allá de los argumentos administrativos y estéticos, lo que subyace en este conflicto es una ruptura en la armonía de la comunidad. Algunos fieles, aunque descontentos, no planean llevar el caso ante la Diócesis, pero exigen claridad en el manejo financiero y en las decisiones que afectan el patrimonio común.
La restauración de los reclinatorios, que permanecen en mal estado pese a la renovación de los muros, también es motivo de molestia. Para muchos, el cambio estético no justifica el abandono de otros aspectos que también requieren mantenimiento.
Cambios en el templo deja inconforme a la feligresía
Durante una visita al templo se constató que las paredes interiores, que originalmente estaban revestidas de madera, fueron pintadas con pintura de aceite en color gris, lo que ha generado descontento entre algunos feligreses. Además, los reclinatorios de las bancas se encuentran en mal estado y no han sido rehabilitados, situación que también ha provocado críticas.
Eduardo Torres, uno de los feligreses inconformes, expresó que la molestia no es hacia el padre Jesús Eduardo Neri Frías, sino hacia el procedimiento seguido para realizar los cambios. Según Torres, el problema radica en que las remodelaciones no siguieron los lineamientos del código canónico ni las leyes civiles, ya que el templo es considerado un bien nacional. Además, señaló que el tratamiento inadecuado de la madera con pintura de aceite provocó un daño irreversible al material, lo que calificó como un atentado contra el patrimonio de la iglesia.
“No tenemos nada en contra del padre Eduardo, pero creemos que las decisiones deben apegarse a la normativa canónica y civil. La remodelación se realizó sin respetar los lineamientos del código canónico ni las leyes que regulan los bienes nacionales”, afirmó Torres.
El feligrés también explicó que cualquier intervención en un edificio de este tipo debe estar debidamente regulada y aprobada por la Dirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, a través del Instituto de Administración y Avalúo de Bienes Nacionales.
“No es propio que, por ocurrencias o decisiones personales, sin un proyecto ejecutivo o un plan arquitectónico, se haya efectuado de manera unilateral a gusto de alguien. Esto debería basarse en procedimientos aprobados por instituciones competentes”, puntualizó.
Aunque algunos feligreses no planean acudir a la Diócesis de Saltillo para denunciar el hecho, consideran que la crítica surge al ver el templo en su estado actual, recién pintado y con una estética que, según ellos, contradice el valor histórico y arquitectónico de la parroquia. Otros puntos de controversia se centran en las declaraciones del padre Eduardo Neri durante una homilía, en la que el sacerdote señaló presuntos actos de fraude por parte de la administración anterior y del patronato de la iglesia.
“El problema es que el padre Eduardo, durante una misa, criticó al anterior patronato llamándolos fraudulentos. En ese momento dijo que no tenía recursos, pero la pregunta es: ¿de dónde salió el dinero para pintar los muros y realizar todas las acciones de rehabilitación? Y lo más preocupante es que acusó públicamente en un lugar destinado a la reflexión y al encuentro con Dios”, expresó Torres.
Otro de los cuestionamientos gira en torno a la administración de los bienes inmuebles aledaños a la parroquia, especialmente los locales comerciales que generan ingresos. Según Torres, el sacerdote comentó que estos inmuebles aportan recursos económicos a la iglesia, lo que debería investigarse para determinar cómo se está manejando este esquema financiero.
“Lo que comentó el padre en misa fue que los locales comerciales que están alrededor de Fátima son los que generan ingresos para la iglesia. Habría que investigar cómo opera este esquema y si realmente se está destinando a lo que se dice”, subrayó.
Para muchos feligreses, la remodelación del templo ha afectado la identidad arquitectónica y religiosa del recinto. Consideran que el uso de la madera en las paredes interiores aportaba un ambiente de recogimiento y paz, mientras que el nuevo color gris resulta ajeno al estilo tradicional del lugar. Además, señalan que los reclinatorios, fundamentales para la oración, permanecen en mal estado, lo que contradice el propósito de mejorar el espacio.
“El templo tenía un estilo conservador que nos hacía sentir en paz al momento de la oración. La madera original en las paredes y columnas representaba tradición. Ahora, el color gris le ha quitado ese sentido de confort espiritual que teníamos”, expresó Torres.
El feligrés también criticó que, pese a la remodelación de los muros, los reclinatorios sigan en mal estado: “Es irónico que hayan decidido cambiar el color de las paredes mientras los reclinatorios, que son esenciales para el acto de reflexión y oración, continúen en condiciones deplorables”.
Eduardo Torres resaltó que la comunidad no percibe esta remodelación como un ataque directo a la fe, pero considera que el enfoque del sacerdote es desacertado. “No es un ataque contra la fe, pero sí nos preocupa que las decisiones se tomen sin considerar la opinión de la comunidad y sin seguir los lineamientos del obispo Hilario González, que ha promovido el diálogo, el respeto y la transparencia”, indicó.
Finalmente, Torres expresó que si el padre Eduardo necesita apoyo para llevar a cabo las rehabilitaciones de manera correcta, él está dispuesto a colaborar. Aseguró contar con conocimientos y habilidades para participar en actividades de restauración, siempre y cuando se realicen conforme a los lineamientos canónicos y civiles que rigen el manejo de bienes religiosos.
“Si el padre necesita ayuda para hacer las cosas bien, estoy dispuesto a colaborar. Lo importante es que el templo conserve su esencia y que los procesos se lleven de manera clara y respetuosa. No buscamos confrontación, solo queremos que se respeten las normas y que las decisiones sean transparentes”, concluyó Torres.
Párroco de Fátima defiende remodelación: “El criterio fundamental es el bien común”
Con poco más de seis meses en el cargo como párroco de la iglesia de Fátima, el padre Jesús Eduardo Neri Frías sostiene que el criterio fundamental detrás de la reciente remodelación del templo es el bien común de la comunidad religiosa. Según el sacerdote, los cambios realizados responden a la necesidad de ofrecer mejores servicios a los fieles.
“El criterio fundamental es el bien común en cuanto a los servicios que tú prestas a la gente”, afirmó el párroco.
Ante los señalamientos públicos realizados por algunos feligreses, el sacerdote expresó su desconocimiento sobre las personas que han manifestado su inconformidad. “Me hablas de personas que están haciendo una denuncia pública, pero yo no sé quiénes son, la verdad”, comentó.
Al conocer el nombre de Eduardo, feligrés que solicitó el anonimato y que ha cuestionado la rehabilitación, el párroco respondió: “Lo invito a platicar a la parroquia, porque eso sería lo correcto”.
Respecto a la polémica sobre la pintura de las paredes interiores del templo en color gris, el padre Neri Frías desmintió que la remodelación requiriera de algún permiso específico de la diócesis. Aclaró que los templos, dependiendo de su antigüedad y su estatus como patrimonio nacional, pueden estar regulados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Sin embargo, precisó que en este caso no es necesario cumplir con dichos requisitos.
“Lo demás ya depende de la necesidad, del gusto, de los recursos… no creo que sea malo”, afirmó el sacerdote, al tiempo que insistió en que no se trata de un capricho personal. “Claro que no. Siempre el punto o criterio fundamental es el bien común en cuanto a los servicios que tú prestas a la gente”, reiteró.
El párroco también explicó que algunos de los cambios, como el color claro en la oficina parroquial, obedecen a la necesidad de tener un espacio iluminado y adecuado para trabajar. “Para trabajar necesito un espacio con iluminación, pues necesito pintar con un color claro para que podamos vernos al estar dentro de esta oficina”, comentó.
En relación a las críticas hacia el patronato de Fátima que expresó anteriormente en entrevistas con otros medios, el padre Neri Frías señaló que ya ha dado su postura sobre el tema. “No tengo nada más que decir porque ya se había escuchado mi comentario; lo que quería decir, ya lo dije”, concluyó.
El párroco reafirmó su compromiso con la comunidad al señalar que su intención es siempre servir y trabajar en beneficio de los fieles, haciendo lo mejor posible para mantener el templo en condiciones óptimas. “Aquí estamos para servir y hacer lo mejor que se pueda, buscando, te repito, el bien común”, puntualizó.
Diócesis respalda facultades de párroco
Ante la controversia generada por la remodelación de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, la Diócesis de Saltillo se pronunció al respecto a través de su vocero, Sergio Marroquín, quien respaldó las acciones del párroco Jesús Eduardo Neri Frías.
Marroquín explicó que la Diócesis está al tanto de las remodelaciones realizadas en el templo y afirmó que el padre Neri Frías, como responsable de la parroquia, tiene la facultad para efectuar mejoras, incluyendo mover, pintar o quitar elementos sin necesidad de pedir permiso previo. Sin embargo, puntualizó que sí es necesario notificar a la Diócesis sobre las acciones emprendidas y el origen de los recursos utilizados, lo cual se ha cumplido.
“La Diócesis tiene conocimiento de la rehabilitación del templo de Fátima. Para empezar, el Padre Neri, como párroco, tiene la facultad para mover, pintar, quitar, etcétera”, afirmó Marroquín. “No es necesario solicitar permiso, pero sí informar a la Diócesis sobre los trabajos que se están realizando y los recursos utilizados para tal fin”, agregó.
El vocero también precisó que hace dos semanas el obispo Hilario González realizó una visita pastoral a la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima. Durante esta visita, el obispo verificó el estado del templo y sostuvo encuentros con la comunidad para conocer sus preocupaciones y avances pastorales. Asimismo, revisó libros sacramentales y recorrió instalaciones, viviendas de feligreses, comercios aledaños y otros espacios vinculados a la parroquia.
“Estas visitas pastorales tienen el propósito de que el obispo esté al tanto de lo que ocurre en cada parroquia. El obispo Hilario González estuvo en Fátima hace dos semanas y observó el trabajo que se ha estado realizando. Estamos al tanto de lo que pueda pasar en Fátima y en cualquiera de las otras 95 parroquias y rectorías que tiene la Diócesis de Saltillo”, concluyó Marroquín.
Con esta declaración, la Diócesis de Saltillo respalda el actuar del párroco y aclara que la remodelación está dentro de sus atribuciones como responsable de la parroquia, siempre y cuando se informe adecuadamente a las autoridades diocesanas.