La desnutrición no sólo es consecuencia de la falta de alimentos, sino de la desigualdad, la pobreza, la falta de atención de los padres a los hijos y la inflación de los precios de los productos de la canasta básica que hacen que algunos alimentos necesarios para el desarrollo del niño se salgan de la lista.
Así lo aseguró la nutrióloga Karla Beatriz Oyervidez, quien explicó que el principal signo de una severa desnutrición está en el retardo del crecimiento en la talla normal, la anemia –que es insuficiencia de hierro en la sangre– y el bajo peso.
Señaló que los nutriólogos están facultados para elaborar planes alimenticios bajo supervisión médica, pero que la mayoría de las veces no son frecuentados en casos de desnutrición, sino en situaciones de obesidad o sobrepeso. “Como parte de las causas está también la nula lactancia materna en los recién nacidos, la falta de incorporación de todos los grupos de alimentos en el plato diario y hoy en día la comida chatarra que viene a sustituir a los alimentos ricos en proteínas”.
Como consecuencia de una desnutrición crónica infantil se tienen las infecciones respiratorias, la baja inmunológica del menor, las enfermedades gastrointestinales, neumonías y hasta la muerte.
Resaltó que entre las consecuencias a largo plazo de la desnutrición destaca la ausencia de un buen desarrollo físico, el óptimo funcionamiento de su cuerpo y la reducción de su capacidad intelectual.
“Un niño con desnutrición es un menor sin energía, sin alegría y sin ganas de aprender y que ante otros de su edad es físicamente menor de talla y de complexión”.
Insistió en que como causas secundarias está la pobreza y la falta de educación de las madres que en algunas ocasiones, al ser adolescentes, no saben brindar una buena atención al hijo.
La doctora recordó que hay varios niveles de desnutrición que van desde la simple falta de vitaminas hasta la desnutrición severa, aguda y crónica, que es la más peligrosa.
La nutrióloga explicó que la etapa crítica de la nutrición está entre la gestación y los cinco años de edad, pues de la alimentación otorgada dependerá dependerá su buen desarrollo en la vida futura.
Recomendó sacar de la mesa la comida chatarra, pues el consumo de estos productos se agudiza en la adolescencia y se convierte en la base de la alimentación de los niños.
Actualmente, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) una tercera parte de los hogares tiene por lo menos un niño con algún grado de desnutrición, debido a que no se cuenta con dinero para acceder a los requerimientos diarios para su crecimiento.
Para 2015, la Encuesta Intercensal elaborada por este organismo arrojó que en seis de cada 10 hogares hay algún menor con algún tipo de desnutrición provocada por diferentes causas
. Por ello, la especialista recomendó por último, dar leche materna al bebé, cubrir todo el esquema de vacunación del niño e incluir en la mesa, en la medida de lo posible, granos, proteína como leche, huevos, tortillas y frijoles para complementar la dieta que se requiere para un buen desarrollo del niño.
¿Qué es?
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la desnutrición es el resultado del consumo insuficientes de alimentos, a lo que se agrega el padecimiento de enfermedades infecciosas, pudiendo ser agudas o crónicas. Sin embargo, también existe la malnutrición por carencia de micronutrientes o hambre oculta, que se da cuando hay una carencia de vitaminas o minerales.
Consecuencias
La desnutrición se manifiesta a través de los diferentes sistemas, pues a nivel digestivo disminuye la absorción de nutrientes, lo que agrava el problema, en tanto, en el sistema sanguíneo se manifiesta en anemia.
Otros casos se reflejan en el sistema inmunológico, donde el organismo se vuelve más vulnerable a las infecciones, mientras que a nivel intelectual, genera trastornos de aprendizaje y de la memoria.
Finalmente, a nivel muscular, el menor pierde masa corporal que en el corazón puede conducir a la insuficiencia cardiaca y provocar la muerte.
Tratamientos
El tratamiento de este mal varía de acuerdo con el grado de severidad. Una desnutrición leve puede ser fácilmente compensada con la administración de los alimentos adecuados y suplementos.
En caso que se trate de un cuadro por carencias específicas, bastará con administrar una dieta rica en dichas vitaminas y minerales.
Sin embargo, si el grado es severo, las primeras medidas tendrán que compensar los desequilibrios que puedan llegar a producirse y que hacen peligrar la vida. En estos casos, tampoco es posible compensar las carencias alimentarias en forma inmediata, ya que el sistema digestivo es vulnerable.
Por tal razón, no será capaz de tolerar grandes ingestas y mucho menos aprovechar los nutrientes, que deberán ser administrados en forma paulatina.