Caballeros del Santo Cristo, en peligro de extinción

Por falta de interés de las nuevas generaciones, la orden de los Caballeros del Santo Cristo se encuentra a punto de desaparecer, aseguró Víctor Castillo Rodríguez, el miembro más antiguo de la orden.

El fiel católico dijo que desde hace más de dos años la cofradía ya no realiza actividades ni sesiones, pues la edad de la mayoría de sus integrantes oscila entre los 60 y 68 años, siendo éste el principal impedimento para que se reúnan.

Explicó que la iniciativa, la preparación y el compromiso son las principales atribuciones para permanecer y ser parte de la asociación, obteniendo la oportunidad de tener un contacto íntimo con el Santo Cristo como un acto de fe y testimonio de los feligreses.

Castillo Rodríguez tiene ya 40 años formando parte de la agrupación que según dijo se encuentra en un receso, esperando a los jóvenes que lo suplan.

Tradición milenaria El antecedente de la cofradía de los Caballeros del Santo Cristo data de 1743 y estaba formada por los presbíteros Martín Sánchez Navarro y Felipe Suárez de Estrada, y su principal tarea era la conservación de las buenas costumbres católicas y el mantenimiento de la Catedral.

Fue a partir de 1970 cuando el traslado de la imagen del Santo Cristo comenzó a ser prioridad para los hombres, invitando a un grupo de personas, comerciantes y trabajadores a llevarla de la capilla a la Catedral y participar en las ceremonias de descenso y ascenso.

Este grupo se oficializó en 1981, cuando se develó una placa que se encuentra al salir de la capilla del Santo Cristo, fue entonces que la cofradía fue reconocida por las autoridades eclesiásticas, quienes le impusieron su distintivo a las damas y a los caballeros.

La fe mantiene viva la tradición “En lo personal ha sido una satisfacción y un deber proteger una imagen que tiene más de 400 años, una imagen que es de toda la gente; es una responsabilidad grande hacer que crezca la devoción”, expresó Victor Castillo Rodríguez.

Explicó que el sentimiento que les embarga al estar al frente de la imagen es incomparable, como la que todo creyente siente cuando posa sus ojos aunque sea por un segundo en el Santo Cristo de Saltillo.

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