A 51 años del trenazo

Leslie Delgado

Incuantificable fue la cifra de heridos que se atendieron en las pocas instituciones de salud públicas tras registrarse el 5 de octubre de 1972 uno de los accidentes ferroviarios más impactantes del país en Puente Moreno, al sur de Saltillo. 

En su testimonio que comparte con Grupo Región, la enfermera María Esther Salas Chávez recordó aquel día que marcó no sólo su carrera, sino también su vida.

Maria Esther cursaba el segundo semestre en la Escuela de Enfermería, todo pintaba para ser un día ordinario pero al llegar al plantel le informaron que debía regresar a su casa y ponerse el blanco uniforme.

Jamás se imaginó que tendría que convivir con los cadáveres de aquellos peregrinos que venían en ese tren de la muerte.

“La instructora nos distribuyó a diferentes lugares: a unas al Hospital Universtario, otras al ISSSTE, o al IMSS y a los compañeros hombres los mandaron directamente al área de Puente Moreno. 

“A mi me mandaron a levantar una lista de los cuerpos que fueron identificados al anfiteatro, no sabíamos la magnitud de lo que estaba pasando, cuando entré a este lugar me quedé muy impactada, con mucha angustia de ver cómo estaba tanto cuerpo porque era enorme la cantidad entre las planchas, unos encima de otros, todos calcinados, otros que medio se identificaban”, contó.

Entre sus recuerdos permanece el ruido de las hélices de un helicóptero que sobrevolaba la zona del anfiteatro, que cada cierto tiempo se encargaba de transportar y depositar los cuerpos que eran retirados del área del siniestro, sumado a los llantos y gritos de los familiares que iban en búsqueda de los pasajeros que eran rescatados de las llamas y los fierros retorcidos.

“Atravesé la Alameda, pero todo el camino sentía que los cuerpos del anfiteatro venían atrás de mí, mi papá me dijo que dejara la carrera, pero le respondí que no porque hasta la fecha la enfermería es mi pasión”, comentó.

Máquinas en mal estado y más pasajeros de los permitidos

El historiador Carlos Recio narró el contexto de la tragedia del “tren peregrino” que según cifras oficiales dejó como saldo más de 240 muertos: “como todos sabemos fue un grupo de peregrinos, se calcula que eran cerca de mil 800 hombres, mujeres y niños que venían de Real de Catorce después de hacer la visita a San Francisco normalmente para llegar a la estación del tren se tenia que bajar la sierra”.

“El problema fue que las máquinas estaban en muy mal estado, había una gran corrupción en Ferrocarriles que impedía que estuvieran en buenas condiciones (…) en realidad se encubrió una deficiencia terrible, aparte venia muchísima mas gente de la permitida, ya cerca de Vanegas hay una pendiente que llega hasta Saltillo y el tren que debió ir a 60 kilómetros por hora alcanzó una velocidad de 120 y esto provocó que se descarrilara y los vagones se telescopiaron”, añadió.

Familias enteras desaparecieron, Saltillo no volvió a ser el mismo desde aquel fatídico día. 

La enfermera y el historiador coincidieron en que el ambiente se percibía triste, lúgubre y solitario, las sirenas de las ambulancias no dejaban de resonar en su paso hacia la zona cero.