Autoridades federales de inmigración admitieron para revisión las solicitudes de asilo de ocho indocumentados centroamericanosque forman parte de la caravana de inmigrantes que salió del sur de México a finales de marzo pasado y aguarda en la fronteriza ciudad de Tijuana.
Los ocho inmigrantes indocumentados rompieron la negativa de autoridades migratorias y lograron presentar su solicitud y que su petición fuera aceptada para enfrentar una audiencia ante un juez de migración, luego de demostrar que su vida en sus naciones de origen es insostenible.
Se cree que unas veinte madres que viajan en la caravana serían las próximas a presentarse ante oficiales de migración y que podrían recibir una respuesta positiva a sus peticiones de audiencia.
Mientras que entre 300 y 400 indocumentados –de la caravana que originalmente integraron cerca de mil 500 centroamericanos– aguardan una posible entrevista con autoridades migratorias de Estados Unidos (EU) tras un mes de haber recorrido territorio mexicano.
Los migrantes centroamericanos que viajan en la caravana Viacrucis del Migrante duermen fuera del puerto de entrada a EU conocido como El Chaparral, en tanto esperan ser recibidos por las autoridades estadounidenses en Tijuana.
La aceptación para análisis de los ocho casos fue confirmada por el grupo Pueblo Sin Fronteras y dos observadores.
Los ocho fueron seleccionados por sus pares para avanzar a solicitar asilo, dijeron dos observadores del grupo Human Rights First.
El resto de los migrantes permanece en el lado mexicano de la frontera, esperando su turno.
Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) comenzó a procesar llegadas indocumentadas el lunes, luego de reportar que había alcanzado su capacidad de respuesta temporalmente.
La semana pasada, varios cientos de migrantes que viajaron desde América Central llegaron a Tijuana después de un traslado de un mes, viajando en autobús, tren y a pie.
Docenas de personas marcharon al puerto de entrada de San Ysidro y pasaron la noche allí. Un organizador de la caravana dijo que permanecerían en el centro de procesamiento de inmigración hasta que “cada uno sea admitido en EU”.
Entre las ocho personas que comenzaron el proceso de asilo se encontraba Gabriela Hernández, una madre embarazada de dos hijos que huyó de Honduras.
Hernández dejó a su esposo después de sufrir abuso doméstico, pero luego los miembros de la pandilla la encontraron y le dieron 12 horas para entregar a su exmarido bajo amenazas de matar a su hija.
La caravana ha “irritado” al presidente Donald Trump, quien pidió una seguridad fronteriza más estricta y un muro, y se comprometió a no dejarlos entrar al país. El vicepresidente Mike Pence llamó a la caravana “un intento deliberado de socavar las leyes de este país y la soberanía de EU”.