La batalla para impedir que diminutos contaminantes lleguen a su comida bien podría comenzar en la lavadora.
Innovadores están buscando formas de impedir que pequeñas partículas del lavarropas lleguen a la vida marina. Se trata de “microfibras” tan pequeñas que no son retenidas por los filtros convencionales; llegan a los desagües, a ríos y arroyos, y pueden ser comidas o absorbidas por animales marinos, para terminar siendo servidas en la cena.
Hasta ahora no se conoce el nivel exacto de contaminación con microfibras, pero la ONU identificó este tipo de contaminante como un derivado de los 300 millones de toneladas de plásticos que se producen anualmente.
Ante este panorama, ya hay quien trabaja a fin de atrapar esas microfibras.
La empresa Cora Ball vende a 29.99 dólares una bola multicolor que rebota en el lavarropas y las atrapa en cavidades que parecen corales. Lint LUV-R cobra 140 dólares o más por un filtro que se adosa a la manguera que despide el agua de la lavadora.
Y aunque actualmente no se sabe todavía hasta qué punto estos nuevos productos reducen la contaminación de las microfibras, están llamando la atención en torno a una forma de polución que la mayor parte de la gente desconoce, afirma Kirsten Kapp, profesora de Biología del Central Wyoming College, que ha estudiado la contaminación con microfibras en el río Snake del noroeste del Estados Unidos.