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Las últimas palabras del mexicano ejecutado

Especial

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09 de Noviembre 2017
"Por creer en mí y estar conmigo hasta el final", escribió

El estado de Texas ejecutó la noche del miércoles pasado, mediante inyección letal, al mexicano Rubén Ramírez Cárdenas, en un nuevo desacato a la justicia internacional y sin atender las recomendaciones y súplicas de organismos de derechos humanos y del gobierno de México.

La ejecución, que estaba programada para las 18:00 hora local, se efectuó con un retraso de más de cuatro horas, mientras la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos revisaba las últimas apelaciones que interpusieron los abogados del reo en los postreros intentos por salvarle la vida.

El mexicano, de 47 años de edad, originario de Irapuato, Guanajuato, fue declarado muerto a las 22:26 hora local, minutos después de que se le administrara la dosis letal de drogas en la cámara de la muerte de la Unidad Carcelaria Walls, en la comunidad de Huntsville.

Ramírez Cárdenas, quien fue sentenciado a la pena capital por la violación y muerte de su prima hermana Mayra Azucena Laguna, de 16 años de edad, el 22 de febrero de 1997 en la comunidad de Edinburg, en el sur de Texas, optó por el silencio y se abstuvo de hablar momentos antes de su ejecución.

En vez de ello, a manera de última declaración, entregó una nota escrita a las autoridades carcelarias para que se distribuyera a la prensa una vez concluida la ejecución.

En la declaración escrita a mano, el guanajuatense reiteró su inocencia al señalar que: “No lo haré y no puedo pedir disculpas por el crimen de alguien más, pero regresaré por justicia. Ustedes pueden contar con eso”.

En la declaración, escrita en inglés, Ramírez Cárdenas agradeció a su familia “por creer en mí y estar conmigo hasta el final, los amo mucho a todos”.

El reo también agradeció a sus abogados, incluyendo a Marie Levin y Sandra Babcock, y al consulado de México y “a todos los funcionarios del gobierno mexicano que trataron de ayudarme”.

Voceros del Departamento de Justicia Criminal de Texas indicaron que Ramírez Cárdenas optó por permanecer en silencio todo el tiempo mirando fijamente hacia el micrófono en la parte superior que estaba colgado del techo y no giró su cabeza en ningún momento para observar a los testigos.

El mexicano recibió en seguida la inyección de una dosis letal de pentobarbital, que le provocó la muerte.

La ejecución fue atestiguada por su abogada Maurie Levin, y por cinco reporteros, todos ellos de medios de prensa estadounidense. Ningún miembro de la familia del reo ni de la víctima presenció la ejecución.

Ramírez Cárdenas se convirtió en el mexicano número 11 en ser ejecutado en Estados Unidos desde 1976, cuando se reactivó la aplicación del castigo capital en este país. Diez de esas ejecuciones han sido efectuadas en Texas y una en Virginia.

La ejecución coloca de nuevo a Texas en pleno desacato de acuerdos internacionales.

Con información de Notimex

 

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