El Papa Francisco se pronunció hoy en contra de cerrar fronteras y construir muros entre las naciones, porque a la larga la cerrazón hace mal al propio pueblo, tras su viaje “relámpago” a la isla griega de Lesbos.
En un diálogo con periodistas, en el viaje de regreso a Roma desde Grecia, el líder católico abogó también por una acogida responsable en la cual se defina claramente cómo se puede integrar a los migrantes que llegan a los países vecinos.
“Yo entiendo a los pueblos y a los gobiernos que tienen miedo, los entiendo y debemos tener una gran responsabilidad en la acogida. Siempre dije que hacer muros no es una solución, vimos el siglo pasado la caída de uno, no resuelve nada”, sostuvo.
“Tenemos que hacer puentes, pero los puentes se hacen inteligentemente, con el diálogo, la integración”, enfatizó el pontífice, tras su visita a Lesbos, epicentro del flujo de refugiados hacia Europa.
“Europa debe urgentemente hacer política de acogida, de crecimiento, de trabajo, de reforma de la economía, todas estas cosas son los puentes que nos llevarán a no hacer muros, pero el miedo tiene toda mi comprensión”, agregó.
Evocó su reciente viaje apostólico a México, con la misa que celebró en la mexicana Ciudad Juárez y la vecina localidad estadunidense de El Paso, a menos de 100 metros de la frontera binacional, más allá de la cual siguieron la celebración obispos y fieles católicos.
Aseguró que en esa frontera ocurre lo mismo que en el Mar Egeo o el Mediterráneo, porque el problema de las migraciones “es mundial”.
Reconoció que un gran desafío del “viejo continente” es la verdadera integración de los extranjeros, porque todavía existen guetos.
El Papa recordó que algunos de los terroristas que han perpetrado atentados son hijos y nietos de nacidos en el continente europeo, pero no fueron contenidos por una verdadera política de integración.
Por eso, llamó a Europa a recuperar la capacidad de integrar que siempre ha tenido, porque en el pasado recibió a muchas etnias como los nómades o los normandos, quienes se integraron enriqueciendo su cultura.
En medio de la conferencia con los periodistas, el Papa mostró algunos dibujos que le regalaron niños del campo de refugiados de Moria, en Lesbos, y expresó su conmoción por las imágenes compartidas con él por los infantes.
Señaló que la situación en el campo “era para llorar”, y mostró los gráficos, por ejemplo, de una paloma de la paz o de un pequeño que se ahoga en medio del mar, mientras su barca se hunde junto a una gran nave.
“Esto los niños lo tienen en el corazón. De verdad, hoy era para llorar”, insistió el pontífice, quien mostró cómo un infante había dibujado un sol llorando. “Si el sol llora, también nosotros, una lágrima nos hará bien”, apuntó.
El pontífice aseguró que ante esa situación, él invitaría a los traficantes de armas, que las llevan a los lugares para hacer la guerra como en Siria, a pasar un día en ese campo de refugiados. “Creo que para ellos sería salud”, exclamó.
En otro momento, explicó el gesto que tuvo al llevar a 12 refugiados sirios a bordo del avión papal desde Lesbos a Roma, donde estas tres familias serán acogidas y mantenidas por el Vaticano.
Francisco calificó el gesto como “puramente humanitario”, y sin ningún interés de especulación política, sino se debió a la inspiración de uno de sus colaboradores, al cual él respondió afirmativamente y en una semana se hicieron los arreglos necesarios.
Precisó que los migrantes tienen todos los documentos en regla y como huéspedes del Vaticano obtuvieron el aval del gobierno griego e italiano, para obtener la visa.
“Son acogidos por el Vaticano, con la colaboración de la Comunidad de San Egidio, se les buscará un trabajo o lo que sirva para su manutención. Pero son huéspedes del Vaticano y se suman a las familias sirias que ya son acogidas por las dos parroquias vaticanas”, expuso.
“Estas tres familias tenían todos los documentos, los papeles en regla y se podía hacer. Había dos familias cristianas, pero no tenían los papeles en regla. No es un privilegio, todos los 12 son hijos de Dios, tienen el privilegio de los hijos de Dios”, apuntó.
Consideró que se trata, como decía Madre Teresa de Calcuta, una gota de agua en el mar, un gesto pequeño similar al que deberían tener todos para tender la mano a quien tiene necesidad.
FCL/OPB