Las palabras del procurador de Justicia de Estados Unidos, Jeff Sessions, que confirmaron el término del programa DACA, provocaron llanto y consternación entre algunas madres que ahora temen por el futuro de sus hijos.
“Fue como que me informaran de la muerte de un familiar”, dijo llorando Emilia Coronado, una inmigrante originaria de Guanajuato, cuya hija, Estela Velázquez, de 19 años, es una de las casi 800 mil jóvenes beneficiados por el Programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA).
Estela llegó a EU con cuatro años. Ingresó a la Universidad de Texas en Dallas a la carrera de Ingeniería, gracias a los beneficios del DACA, y ha obtenido permisos de trabajo e incluso una licencia de conducir.
“Ahora no se que va a pasar con ella”, dijo Emilia sin poder contener las lágrimas. Ellas creyeron que iban “a dejar a los que ya están y no aceptar a más, no que iban a quitarles el permiso a los que ya lo tienen”, comentó.
Patricia E., cuyo hijo Ernesto -de 22 años- es un “dreamer” recién egresado de la carrera de Administración de Empresas y acaba de ingresar a laborar con un buen salario a una prestigiosa empresa en Dallas, dijo estar preocupada por “el descontrol emocional” y “financiero” entre los jóvenes, ya que muchos de ellos consiguieron créditos y “han comprado sus casas y sus carros”, dijo.
Patricia llegó a EU desde Nuevo León, cuando Ernesto tenía apenas 10 meses. Su hijo supo que era indocumentado hasta que terminó la High School.
El joven se acogió al programa DACA y terminó su carrera. Hace dos semanas, Ernesto comenzó a desempeñar su primer trabajo profesional, tras graduarse de la Universidad de Texas en San Antonio.
“Que país tan tonto es este, que educa a miles de jóvenes para luego expulsarlos, dejarlos ir”, indicó Patricia. “Esta es una decisión que no tiene ninguna razón ni lógica y que se toma sustentada solo en el odio y en la envidia”, refirió con aflicción.