Por IRIS DAFNÉ HERNÁNDEZ
Tras la retirada del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) del Gobierno brasileño que encabeza Dilma Rousseff, la gobernabilidad de la presidenta y su permanencia en el cargo están en juego.
El Gobierno brasileño perdió a uno de los aliados más importantes de su coalición. Esta decisión fue por la crisis del impeachment que existe en el Parlamento contra la mandataria.
Después de cinco años de estar frente al poder, la imagen de la Presidenta brasileña ha decaído por el caso Petrobras y por la coyuntura económica en la que se encuentra ese país.
Independencia
El pasado martes 29 de marzo, el PMDB se declaró “independiente” del Partido de los Trabajadores (PT), después de 12 años de alianza.
A través de una votación del directorio nacional que se llevó a cabo en Brasilia, el PMDB –el más votado en las últimas elecciones– decidió por unanimidad salir del Gobierno de la presidenta Rousseff, dejar los cargos que ocupa actualmente y no vincular sus votaciones en el Legislativo a la voluntad del Ejecutivo.
“A partir de hoy, en esta reunión histórica, el PMDB se retira de la base del Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y nadie en el país está autorizado a ejercer cualquier cargo federal en nombre del PMDB”, declaró el senador Romero Jucá, quien se encargó de presidir la sesión.
Michel Temer, vicepresidente del Gobierno y también presidente de la formación, no compareció durante la reunión ejecutiva con el fin de mantenerse oficialmente al margen del Gobierno; sin embargo, algunos medios locales aseguraron que la decisión de abandonar al PT fue de él.
La mandataria brasileña tenía en su gabinete a siete ministros del PMDB; uno de ellos, Henrique Alves, ministro de Turismo, manifestó que el tiempo del diálogo “se agotó” y dimitió.
“Estoy convencido de que, siendo usted alguien que aprecia sobre todo la coherencia ideológica y la lealtad a su propio partido, entenderá su decisión”, manifestó.
Tras hacerse oficial la salida del PMDB del Gobierno brasileño, otros ministros también renunciaron, entre ellos Mauro Lopes, de Aviación Civil; Eduardo Braga, de Minas y Energía; y Helder Barbalho, de Puertos. Mientras que Marcelo Castro, de Sanidad; Celso Pansera, de Ciencia y Tecnología; y Katia Abreu, de Agricultura, decidieron tomarse tiempo para decidir si abandonarían el Gobierno o al partido.
Futuro incierto
El juicio político de Dilma Rousseff avanza rápidamente y podría concluir a mediados de este mes si las Cámaras lo aprueban. En el caso de la de diputados se necesitan 342 de los 513 legislativos; mientras que en el Senado se requiere más de la mitad de los 82 escaños.
En caso de ser aprobado por ambas cámaras, la presidenta brasileña sería apartada de su cargo por un período máximo de 180 días, hasta que la Cámara alta dé su veredicto final.
Dilma Rousseff podría ser sustituida por Michel Temer, quien asumiría el poder hasta 2018, pero con un programa económico liberal, que contempla recortes al gasto público y la revisión de programas sociales y del sistema de pensiones.
La pérdida por parte de Rousseff de su principal socio de coalición podría empujar a que partidos más pequeños opten por abandonar también el Gobierno, dejando a la primera presidenta de Brasil cada vez más aislada, mientras el proceso por su destitución se acerca a su primera votación.
Por otro lado, los inversionistas están cansados de las políticas económicas intervencionistas que Dilma Rousseff ha impuesto y por una recesión cada vez más profunda, por lo que también están a favor de su salida, aunque esta decisión se ha traducido en un alza de ocho por ciento del real brasileño este año, mientras el índice referencial de la bolsa, el Bovespa, avanzó 19 por ciento.
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