POR GIOVANNA FRANZONI
Humo blanco en bocanadas con sabor a melón incluido. Pilas eléctricas que calientan ese líquido color miel que suelta shots de nicotina en cada nuevo jalón. Una nueva moda que llegó, que dicta que el futuro es reemplazar el cigarro común por una pieza mucho más tecnológica, una que promete salvar a esos fumadores de antaño y facilitarles a los nuevos convivir sin la necesidad de tener que aislarse en un cuarto especial con el propósito de dar caladas de producto cancerígeno.
Y como pasó con la promoción del cigarro a principios de 1940 en las películas y los carteles publicitarios, el cigarro electrónico es uno de los inventos que más éxito han tenido en el mercado gracias a las promesas que anuncian en las redes y páginas web de su producto.
Lo venden como la solución para dejar de fumar o simplemente como una manera segura de consumir nicotina; además de todo el contenido aspiracional que, bajo la misma fórmula usada con el fin de promocionar cigarros, pintan a los vaporizadores electrónicos como un must para la fiesta o cualquier otra actividad en donde te quieras ver “cool”.
Estos mensajes publicitarios provocan que se nos olvide que vaporizar no está muy lejos de lo que significa fumar tabaco y los riesgos que esto implica, porque si bien es cierto que se reducen los peligros que vienen con quemar nicotina, hay muchos aspectos a considerar sobre vaporizar como lo hacen los adolescentes en YouTube.
La adicción
En cualquiera de sus presentaciones, incluyendo claro está los vaporizadores electrónicos, la nicotina es dañina y adictiva. La decisión inteligente si no eres fumador de tabaco es simplemente no fumar en vaporizador, pues a la larga estar expuesto a “shots” de nicotina podría generarte una adicción que tarde o temprano te hará consumidor asiduo de cigarros convencionales.
Por otro lado, para los que ya fuman estos cigarros, inhalar líquido con altos grados de nicotina (existen en el mercado algunos que contienen mayor porcentaje de nicotina que los cigarros convencionales) podría empeorar su adicción a este vicio.
Existen también líquidos sin nicotina, los cuales podrían ser una opción si lo que quieres es simplemente subirte al trend y grabarte haciendo figuras con ese humo denso, pero también tiene sus implicaciones negativas.
Cuida tus pulmones
El mayor riesgo de los líquidos para vaporizar no es la nicotina, sino los saborizantes y colorantes artificiales que contienen. Los químicos diacetilo y acetil propionil son de los más conocidos por sus riesgos: inhalarlos constantemente deshace los pulmones. La enfermedad que se desenvuelve de este desgaste pulmonar se conoce como bronquiolitis obliterante. Igual checa de qué va en Google, con el propósito de que se te quiten definitivamente las ganas de fumar.
A pesar de que los líquidos para cigarros electrónicos contienen un porcentaje muy bajo de este tipo de colorantes y saborizantes, a la larga sí puede generar complicaciones respiratorias. Lamentablemente, aún no hay estudios suficientes que lo comprueben.
Otro factor al que han apuntado los investigadores es el hecho de que los saborizantes que se utilizan en estos líquidos están aprobados para su consumo mediante comestibles, pero no se ha hecho una investigación sobre los daños que provocan si se respiran –el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos reportó que un líquido para cigarro electrónico contiene alrededor de siete mil químicos por envase.
Por último, la falta de regulación en la elaboración de estos líquidos ocasiona que no exista un control sobre la calidad de los productos con los que están hechos. Si después de leer este texto aún te quedan ganas de vaporizar, la recomendación es que te fijes siempre en la etiqueta de los líquidos que adquieras y trates de evitar los que contengan diacetilo y acetil propionil.
Poca investigación
Los primeros cigarros electrónicos se lanzaron a principios del 2007 en Estados Unidos, y aunque sí existe un mercado mucho mejor posicionado, la regulación del producto no se encuentra del todo completa. Esto se debe, por un lado, a la falta de interés del gobierno hacia las implicaciones a nivel salud que los cigarros electrónicos generan, y por otra parte a la falta de investigación y data sobre los riesgos que implica vaporizar tabaco.
Eso deja en la cuerda floja al consumidor, pues al no existir investigaciones, el uso del producto y los componentes que contienen resultan ambiguos al momento de buscar los riesgos que hay en fumar de este aparato. Algo parecido a lo que ocurrió cuando se comercializó el cigarro: hasta años después se dieron cuenta del daño mortal que producía.
No es la solución
Mi novio y varios amigos míos cayeron en la trampa publicitaria de que utilizar un cigarro electrónico los ayudaría a dejar de fumar paulatinamente, aunque la cruda realidad es otra: fumar de un vaporizador sólo estabilizará tu vicio sin oler a tabaco.
Eso tal vez te pueda ayudar a engañar a los demás respecto a que ya no fumas como antes, pero seguramente esos grados de nicotina que te dabas con cada nuevo cigarro son equivalentes a los que te das cada que inhalas. Si verdaderamente quieres dejarlo, busca unos parches como placebo, y decide dejar de echar humo de una vez por todas.