Banner

El medio que cubre todo Coahuila

17 de diciembre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • diciembre 17, 2025

Planeación estratégica
Por: Emiliano Calvert

En México nos encanta la palabra “estrategia”. La usamos para todo. — “Estamos en un proceso estratégico.” — “Es una decisión estratégica.” — “No fue error, fue estrategia.” Y la verdad, la mayoría de las veces no es estrategia, es improvisación bien vendida. Porque la verdadera planeación estratégica no se parece a un PowerPoint bonito, ni a un retiro con post-its de colores. Se parece más a hacerte preguntas incómodas que cuestionan la cotidianidad La confusión: planes vs. deseos Muchos planes estratégicos en realidad son listas de deseos: • Crecer ventas • Mejorar clima laboral • Innovar • “Ser líderes” • “Dar mejor servicio” Todo eso suena precioso. El problema es que no es un plan, es un horóscopo empresarial. La estrategia empieza cuando eliges qué NO vas a hacer. Cuando aceptas que no puedes estar en todos los mercados, con todos los clientes, con todos los productos y además hacerlo bien. Eso duele. Por eso casi nadie lo hace. Lo interesante de la estrategia Una buena planeación estratégica responde tres cosas muy claras: 1. Dónde sí vamos a competir 2. Dónde conscientemente no vamos a competir 3. Qué capacidades necesitamos construir para sostener esa decisión Todo lo demás (KPIs, dashboards, OKRs, Balanced Scorecards) viene después. Primero decides. Luego mides. Al revés solo sirve para justificar decisiones malas con indicadores muy sofisticados. Urgente o importante Lo urgente tiene una habilidad peligrosa: se disfraza de prioridad. Llega con prisa, con presión y con ruido, y te convence que si no lo atiendes ahora, todo se va a caer. Correos, llamadas, juntas, pendientes “para ayer”. Pasas el día resolviendo cosas y al final sientes que trabajaste mucho… pero avanzaste poco. Porque mientras atiendes lo inmediato, lo verdaderamente importante queda olvidado: pensar el rumbo, ajustar decisiones, construir a largo plazo. La estrategia no compite bien contra el ruido diario. No grita, no exige, no amenaza. Simplemente espera. Y cuando la dejas esperando demasiado tiempo, no te castiga de inmediato… te cobra la factura después. Estrategia más como dirección Otro mito: “Si planeo mucho, pierdo flexibilidad.” Falso. La buena estrategia no te amarra, te orienta. Te permite adaptarte sin perder identidad. Decir que no sin sentir culpa. Las empresas que sobreviven no son las que planean menos, sino las que saben qué cosas no negocian. En fin… Al final, la planeación estratégica no es algo sofisticado ni exclusivo de grandes empresas. Es simplemente tomarte el tiempo de pensar qué vale la pena cuidar y qué no. Lo urgente siempre va a aparecer, todos los días, sin pedir permiso. Pero si nunca te das espacio para decidir con calma hacia dónde vas, terminas muy ocupado… y muy desorientado. Pensar antes de reaccionar no te quita tiempo, te ahorra errores. Y quizá no se sienta heroico ni productivo en el momento, pero casi siempre es lo que marca la diferencia entre solo resolver hoy y construir algo que dure.