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12 de diciembre de 2025
Opinión

Trizas y trazos

Trizas y trazos
  • diciembre 12, 2025

La increíble historia detrás de La Última Cena

Antonio Zamora

Hoy empezaremos con una gran verdad: si usted odia al empresario, no le pida empleo.

Monte usted su empresa, trabaje duro, pague impuestos y genere empleo y desarrollo.

Luego recordamos la postura del senador Miguel Riquelme, quien aseguró que los avances en seguridad no cuadran en el país, mientras que en Coahuila es un ejemplo exitoso en esta materia.

A continuación, trataremos el asunto de la pintura de La Última Cena, obra que lleva por nombre… Leonardo Da Vinci.

Existe una anécdota del gran pintor, escultor e inventor Leonardo Da Vinci acerca de esta obra, una de las más copiadas y vendidas en la actualidad.

Tardó 20 años en hacerla, debido a que era muy exigente al buscar a las personas que servirían de modelos. Tuvo problemas al iniciar la pintura porque no encontraba el modelo para representar a Jesús, quien debía reflejar en su rostro pureza, nobleza y los más bellos sentimientos, además de una extraordinaria belleza varonil.

Por fin encontró a un joven con esas características; fue el primero que pintó y después localizó a los 11 apóstoles, a quienes pintó juntos, dejando pendiente a Judas Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado.

Éste debía ser una persona de edad madura y mostrar en su rostro las huellas de la traición y la avaricia, por lo que el cuadro quedó inconcluso por largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible criminal que habían apresado.

Fue a verlo y era exactamente el Judas que él quería para terminar su obra, por lo que solicitó al alcalde que permitiera al reo posar para él.

El alcalde, conociendo la fama del maestro Da Vinci, aceptó gustoso; llevaron al reo custodiado por dos guardias y encadenado al estudio del pintor.

Durante todo el tiempo que posó, el reo no dio muestra de emoción alguna, mostrándose demasiado callado y distante.

Al final, Da Vinci, satisfecho del resultado, llamó al reo y le mostró la obra. Cuando el reo la vio, sumamente impresionado, cayó de rodillas llorando.

Da Vinci, extrañado, le preguntó por qué se comportaba así. El preso respondió:

“Maestro Da Vinci, ¿es que acaso no me recuerda?”

Da Vinci, observándolo fijamente, contestó: “No, nunca antes le había visto”.

Llorando y pidiendo perdón a Dios, el reo dijo:

“Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro”.

Nos leemos el lunes…