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24 de noviembre de 2025
Opinión

Dobleces

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  • noviembre 24, 2025

Ministro sin poder

Israel Mendoza Pérez

@imendozape

El relevo en la presidencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ahora en manos del ministro Gilberto Bátiz, es tímido frente a los problemas heredados por la ministra Mónica Soto. Durante seis años, el tribunal se dividió, una parte se replegó con el poder y se convirtió en un apéndice de las cúpulas partidistas. La otra parte fue segregada.

La complejidad en la conformación de la Sala Superior continúa incompleta. Ahora, por la salida de la ministra Janine Otálora, opera con seis magistraturas, lo que abre el camino a posibles empates dirimidos por el voto de la presidencia, en manos de Gilberto Bátiz, por ser el más votado –con el apoyo de acordeones– para este cargo en la elección judicial en junio pasado. Aunque aún le falta fortalecer su presidencia.

Según la propia reforma constitucional de 2024 y la permanencia de Janine Otálora en la Sala Superior se debió a un transitorio en el que se prolongó su mandato hasta 2027; por lo tanto, su posición fue parte de la reforma y, de esta manera, la vacante debe ser ocupada conforme a las reglas actuales del texto constitucional y no quedar vacía tras su salida. Y ese aspecto tampoco le ha dado atención el magistrado Bátiz.

A través de su grupo, Mónica Soto y los magistrados Felipe de la Mata, Felipe Fuentes armaron un complejo camino jurídico-leguleyo para impedir que la magistrada que quedó en el segundo lugar de las preferencias electorales llegue a la Sala Superior y con ello se tenga siete ministros, como debe ser. Sin embargo, en ese vacío se apoderaron de las plazas y los recursos materiales.

En sus primeras palabras, Gilberto Bátiz reconoció que “un tribunal dividido no sirve a México. Seré un catalizador de soluciones, no un generador de conflictos. Además, un aterrizaje administrativo ordenado y racional”. Sin embargo, la voracidad del equipo de Mónica Soto y el apoderarse de espacios, va en sentido contrario del presidente del tribunal electoral y comienzan a ganarle espacios de control al interior del tribunal. Eso es una alerta para una institución marcada por el conflicto y la pérdida de credibilidad

El ministro Gilberto Bátiz llegó a la presidencia, pero su mano no se ha visto en su primer mes al frente del tribunal. Al contrario, los magistrados del bloque de Mónica Soto desarrollaron intereses en distintas áreas del tribunal. Por ello, es que mantienen su operación bajo el entendido que su afinidad con el poder les da una patente de corso.

Bátiz tiene que apresurar su empoderamiento en el tribunal electoral, ya que corre el riesgo de convertirse en rehén del grupo de magistrados afines al poder. El objetivo de Mónica Soto y sus compañeros fue el de sumar votos a sus causas políticas desde el tribunal. Esa es la apuesta. Y el riesgo de mantener un tribunal frágil por dos años es un riesgo latente.