Dobleces

La edad de la ruptura
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Astuto en el chapulineo partidista, Gerardo Fernández Noroña alista su ruptura con el perpetuo dirigente del PT, Alberto Anaya. El senador, del escándalo de la casa en Tepoztlán, –de 12 millones de pesos–, tuvo poco respaldo público de la dirigencia del partido durante los días aciagos, las bases petistas lo abuchean y su proyecto rumbo a 2030 se diluye por las tensiones políticas entre el PT y Morena.
Fernández Noroña ya no tiene cabida en el PT. Alberto Anaya mantiene una relación política demasiado tensa con la dirigencia morenista y su posición de negociación rumbo a 2027 la encareció. Los costos de ser el partido reservorio es costosa. Ni crece y se mantiene sometido. Por ello es que ya se busca una relación de pares. En esa ecuación, el equipo de Fernández Noroña advierte de un choque y la posibilidad de ser relegado en el futuro.
El objetivo de Noñora es que la dirigente de Morena Luisa María Alcalde, lo considere como aliado del movimiento y no de otro partido, como en 2023, para que su llegada a 2030 no dependa de las negociaciones de alianza con Alberto Anaya y tampoco le endilguen el estigma de petista.
El senador Noroña se ve más en las filas de Morena que del propio partido que lo arropó para ser “corcholata” en 2023. Sin embargo, no solo es el alejamiento de Anaya con Morena, sino que hay señales claras de una marcada incomodidad de Noroña en el partido de la estrella amarilla. El partido le dio cobijo, pero no le dio respaldo incondicional.
En abril pasado, Gerardo Fernández Noroña fue invitado al Congreso Nacional del Partido del Trabajo, sin embargo, su presencia y discurso de “unidad” quedó atropellado por los abucheos de las bases petistas: “malagradecido” fue el primer reclamo por no afiliarse al PT, “¡fuera!.. ¡fuera!”, corearon los militantes y después llegó el “vete… vete…”.
En un partido con una dirigencia inamovible, en manos de Alberto Anaya, desde hace más de 30 años, los abucheos no son aislados son la línea política en la que se desenvuelve el partido de manera vertical. Ya que no es un instituto político con corrientes internas. Es un partido con bases obedientes y cohesionadas.
Y es que el PT es un histórico aliado del obradorismo, desde hace más de dos décadas, pero no de las nuevas estructura de poder en el gobierno y en el partido guinda. El PT es un partido con viejas mañas y una gerontocracia cupular.
Fernández Noroña pretendió que su histrionismo político le daría ascendencia sobre los petistas, craso error. La mano de Alberto Anaya permitió su llegada por una negociación, pero la cuatroté se adapta y la adoptan los partidos a su conveniencia. En este punto, Noroña queda como un advenedizo del PT. Su salto del PRD al Partido del Trabajo pareció un paso normal; sin embargo, no es militante y es, a decir de sus críticos internos, un personaje incómodo que a estas alturas trae negativos como nombre y sus críticas escurren sobre las siglas del PT y esas señales se traducen en una separación inevitable.