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9 de septiembre de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • septiembre 9, 2025

Tu vida no es un Excel, es la película que cuentas

Emiliano Calvert

Hay gente que cree que su vida se resume en un CV: dos páginas de chambas, diplomitas de cursos random (“Excel intermedio” que nunca pasaron del 20%) y algún viaje de “voluntariado internacional” que fue más foto para Instagram que impacto real. Y sí, todo eso son hechos, pero tu vida no es un Excel lleno de celdas. Tu vida es la película que tú mismo te cuentas.

El novelista John Barth lo dijo así: “The story of your life is not your life. It is your story.” Y parece frase de póster motivacional, pero tiene carnita. No importa si tronaste en el examen final, si la cagaste en una presentación o si te batearon en el amor. Lo que importa es cómo decides narrarlo: ¿cómo una tragedia griega o como entrenamiento para tu siguiente temporada?

Mira, se me vienen a la menté ejemplos fáciles. Dos equipos pierden la final:

  • El primero se pone la etiqueta de “pecho frío” y se hunde en su propia miseria.
  • El segundo se cuenta la historia de que “estuvieron cerca, aprendieron y la próxima regresan con hambre”.

El marcador fue el mismo, pero la narrativa cambió el destino.

Y no es romanticismo mío. El psicólogo Dan McAdams dice que todos cargamos un “guion interno”, una especie de serie de Netflix que va en loop en nuestra cabeza. Y ese guion puede ser tu entrenador personal… o tu verdugo. Si cada episodio te lo narras como “a mí siempre me va mal”, pues ya te diste un balazo en el pie: te condenaste a la banca. Pero si lo narras como “soy de los que se levantan después de cada golpe”, entonces hasta las derrotas se convierten en gimnasio emocional.

Pasa igual en la oficina. Hay quienes leen su CV como un panteón de trabajos fallidos: “renuncié aquí, me corrieron allá, no encajé acullá”. Y hay quienes cuentan la misma historia como escalera: “cada chamba me dio algo que hoy me hace más completo”. Mismos hechos, distinta película.

Y ojo: tampoco se trata de autoengañarte. Si llegas tarde todos los días, no te vas a vender como “un visionario que redefine la relación entre el tiempo y la productividad”. Eso ya sería la película de Marvel. Se trata de darle sentido real a lo que vives.

Piensa en cosas cotidianas.

  • Te cortaron: ¿es “mi ex era el amor de mi vida y nunca superaré esto”? O ¿“ya aprendí lo que no quiero y ahora estoy libre para algo mejor”?
  • Te tronaron un proyecto en la chamba: ¿es “soy un fracaso”? O ¿“esto me dio callo para la próxima presentación”?
  • Te fuiste de fiesta y llegaste crudo a la junta: ¿es “mi hígado ya no sirve”? O ¿“ya entendí que los jueves de karaoke tienen consecuencias”?

Los equipos de alto desempeño entienden que no solo comparten roles o procesos, también comparten historias. Por eso un vestidor ganador no se cuenta a sí mismo como “un montón de freelancers con la misma camiseta”. Se cuentan como “un grupo que gana y pierde junto”. Y eso cambia todo: la confianza, la disciplina y hasta las ganas de correr ese último sprint cuando ya no puedes más.

Mira, Woody Allen decía: “el 80% del éxito consiste en simplemente estar ahí”. Yo lo traduzco: el 80% está en correr la jugada, aunque no termines en la foto del gol. Y el otro 20% está en narrar que corriste, que diste todo, que tu historia tiene sentido.

Porque, seamos claros: todos tenemos highlights y cagazones en YouTube. Lo que define quién eres no es si fallaste o metiste gol, sino la historia que te cuentas de ese momento. Esa narrativa es la que te levanta, te centra y te da rumbo.

Así que la próxima vez que veas tu vida como un Excel lleno de casillas grises, acuérdate que tú eres el guionista. Si ya vas a contar tu historia, al menos hazla digna de maratón de fin de semana, no un remake aburrido de los lunes a las 9 a.m.

Porque al final, tu vida no es tu vida: es la historia que cuentas de ella. Y la diferencia entre quedarte como highlight viral de un error o levantar la copa está en qué guion decides escribir.