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20 de junio de 2025
Opinión

Con-ciencia y sin corbata

Con-ciencia y sin corbata
  • junio 20, 2025

Depreciando activos y esperanzas

Por Emiliano Calvert

La contabilidad tiene una cualidad única: logra que algo tan humano como el paso del tiempo se vuelva tan frío como una hoja de cálculo.
Porque sí: en este mundo, hasta tus camiones envejecen con método, lógica, y sin drama. Y si no sabías cómo lidiar con el tiempo y el desgaste en tu vida… tranquilo, aquí viene la depreciación a enseñarte.

 Camiones, Excel y realidades que envejecen

Imagina que tienes 4 camiones nuevecitos. Los ves y dices: “esto es inversión, esto es futuro, esto es éxito con ruedas”.
Pero contablemente… esos camiones ya están muriendo. Desde el primer día.
Porque así es la vida: todo lo que brilla, envejece (menos Chabelo, que logró saltarse este principio).

En contabilidad, se llama depreciación y es, básicamente, la forma elegante de decir:
“Este activo va perdiendo valor. Así como tus ganas de trabajar los lunes.”

 ¿Y cómo decides cuánto se deprime tu activo?

Aquí es donde los métodos hacen su aparición triunfal:

  • Línea recta (uniforme): crees que todo envejece parejo. Como quien piensa que su relación de pareja se desgasta poco a poco, sin sobresaltos. (Spoiler: a veces no).
  • Números dígitos (acelerado): sabes que los primeros años son los más intensos. Como ese trabajo nuevo que te exprime todo al inicio… y luego ya solo sobrevives.
  • Unidades de producción: solo cuenta lo que realmente se usa. Como tu suscripción a Netflix: la pagas, pero si no ves “Breaking Bad”, no vale.

📉 Depreciación vs inflación: ¿y si todo cuesta el doble mañana?

Aquí viene la joyita contable que más duele:
Si tú deprecías un camión que te costó $400,000 pensando que en 5 años podrás comprar otro igual…
y en 5 años cuesta $800,000, pues… sorpresa: ¡solo ahorraste para medio camión!

Es como cuando guardas dinero para unas vacaciones en Tulum y te alcanza para dos noches en una hamaca de hostal. Gracias, inflación.

Lección: la base de depreciación debería considerar el valor de reposición, no solo el costo histórico. Porque lo que importa no es cuánto te costó ayer, sino cuánto necesitas mañana.

🧃 Inventarios: PEPS, Promedio y “a ver qué se me ocurre”

Ahora imaginemos algo menos oxidado que un camión: jugos.
Compras 5 juguitos: uno a $22, otro a $28, $30, $34 y $36. Luego vendes 3. ¿A cuánto reportas el costo de lo vendido?

Depende del método:

  • PEPS (Primeras Entradas, Primeras Salidas): vendes primero los baratos. Como cuando invitas a cenar a los amigos de toda la vida antes que a los nuevos.
    ¿Resultado? Menor costo, mayor utilidad… y más impuestos.
  • Promedio: le das cariño parejo a todos. Como ese jefe que trata igual a todos sus empleados (aunque no todos lo merezcan).
    Aquí, el costo es estable… y la utilidad también.
  • Precio Estándar: asignas un precio fijo (digamos $32) porque te gusta la estabilidad.
    El problema: si la realidad se aleja del estándar, tus finanzas se llenan de ajustes.

 Capital, reservas y el Excel de las decisiones difíciles

Ahora pasamos al balance general. Porque no todo es vender y depreciar. A veces toca jugar con la estructura financiera, ese Tetris donde nada puede quedar chueco.

Ejemplo: tienes $50 millones en resultados. ¿Qué haces?
¿Repartes dividendos para que te aplaudan los socios o mandas todo a reservas como buen niño responsable?
Y si haces ampliaciones de capital… ¿cómo se ve eso en el balance?
(Tip: no lo expliques en una cena. Nadie quiere oír sobre “acciones liberadas con cargo a reservas”).

 Reflexión contable con humor, pero con verdad

Este artículo no es para convertirte en contador.
Es para que no sigas tomando decisiones como si la contabilidad fuera solo “lo que ve el de finanzas”.

Porque cada método, cada cifra, cada política tiene consecuencias.
Y si no entiendes cómo se mueve la depreciación, los inventarios o el capital…
te estás perdiendo el subtexto financiero de tu propia empresa.

 En fin…

Tu negocio puede parecer saludable en WhatsApp y en juntas de dirección…
pero si el Excel está llorando y nadie lo ve, el problema es más profundo que un balance desajustado.

Y aunque hablar de depreciación parezca tan divertido como una colonoscopía fiscal, entenderla bien es lo que marca la diferencia entre liderar… o simplemente sobrevivir hasta que todo valga cero.