Dobleces

Jugar con la democracia
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Sin una solidez en sus pronósticos, Alfonso Ramírez Cuéllar, vicecoordinador parlamentario de Morena en la Cámara Baja, se autocorrige y ahora estima una participación de 20 por ciento del padrón de lectores para la jornada electoral del domingo. Hace dos semanas, en Jalisco, cantaba 30 por ciento de participación. Sin embargo, sus declaraciones no gustaron al interior de Morena.
Y es que el legislador apostó por un discurso polarizante al insinuar la existencia de “la mafia de la toga”. Más allá de promover el voto, lo indujo con su narrativa maniquea. Si a esto se suma la existencia de acordeones elaborados por distintas facciones morenistas lleva a un cóctel explosivo. Sin duda con su discurso, se corre el riesgo de perder imparcialidad judicial al someter los cargos al escrutinio electoral.
El problema de fondo es que la reforma judicial se sustentó sobre decisiones coyunturales basadas en emociones y los intereses políticos con un sesgo de revancha. A final de cuentas no hay ilegalidades en la reforma, pero habrá una crisis de legitimidad en los juzgadores si la participación queda por debajo del 20 por ciento. Y será un poder judicial sin el apoyo social. Todo lo contrario al espíritu de la reforma.
La estimación más confiable de participación ciudadana oscila entre el ocho y el 15 por ciento del padrón de más de 100 millones de personas para el día de la jornada electoral. Eso significa un fracaso anticipado.
Ramírez Cuéllar soltó los cálculos en sentido político, por su propia naturaleza como dirigente político, y no explica el trasfondo de lo que está en juego después del 1 de junio. Lo que se pone en riesgo es el sistema judicial, ya que de acuerdo con análisis elaborados por universidades, casi el 60 por ciento de las candidaturas a la elección judicial, carece de carrera judicial.
Las cifras y visiones de Ramírez Cuéllar son cuestionables por las diferentes variantes existentes, hasta el momento. La reciente encuesta de Enkoll, publicada el 28 de abril, indica que 54 por ciento de los consultados no sabe cuándo será la elección de ministros, magistrados y jueces del poder judicial. Y 83 por ciento de los encuestados desconoce quiénes son los candidatos a ministros para las próximas elecciones.
Otra falla profunda en la reforma es que fue engendrada por partidos políticos y no por especialistas en el tema judicial, a esto se suma la falta de transparencia, preparación judicial y equidad en la contienda, además de riesgos de exclusión democrática.
El resultado es que enfila una elección complicada por la menguada promoción y lo rebuscado de los conceptos para el elector. De entrada hay una imposibilidad de que la ciudadanía conociera todos los perfiles de cada uno de los aspirantes que proponen los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo.
Y el domingo se llega a una elección con traje democrático, pero sin contrapesos reales y eso a la larga puede perpetuar la centralización y elitismo al interior del Poder Judicial.